
En todo núcleo interno del ser humano existe un espacio para la humildad.
Ese lugar será llenado en forma involuntaria, en silencio.
Esta virtud será reconocida por las demás personas y no por nosotros mismos, si así sucede, se habrá evaporado la humildad de nuestro corazón.
Tan sólo debemos comprender que los caminos a ese estado son:
EL DESAPEGO
EL AMOR
LA PAZ INTERIOR
El desapego lo conseguiremos dejando de lado todo lo superficial e intrascendente.
Para lograr el Amor, viviremos los sufrimientos y las alegrías de los seres que nos rodean, como propios.
Calmando los deseos y las inquietudes que ganan nuestra Alma, podremos llegar a la paz interior.
Cuando nuestros pensamientos dejen de ser arrogantes.
Cuando nuestros actos sean discretos y sinceros.
Cuando demos la mano con tibieza, sin esperar devoluciones.
Cuando no nos sintamos superiores a nadie.
Cuando nuestras palabras sean sencillas, cálidas y nuestro discurso corto.
Cuando no necesitemos halagos.
Entonces y solo entonces seremos humildes y nunca lo sabremos.
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