APRENDER A SABER



Si pudiéramos desaprender la cantidad de cosas que sabemos y no practicamos, tendríamos la oportunidad de comenzar de nuevo.

No importa a que altura de la vida estemos siempre hay tiempo para hacerle lugar a la sabiduría.

Podríamos descubrir que la flor que se abre ante nuestros ojos, no es una flor más, que es única en el mundo y nos ofrece participar de su perfume.

Si al conocer un arroyo no viéramos un cauce de agua, nos encontraríamos con la vida misma bailando en la arena y penetrando por los poros de las piedras.

Si entendiéramos que los ojos no están presos detrás de rejas de pestañas, sino que son las lentes que usa el alma para no perderse del colorido de la creación…

“Si al ver un pájaro no pensáramos en una jaula” (proverbio árabe)

Si al ver un diamante no nos cegara la codicia.

Si pudiéramos admirar la armonía de las formas, callando el deseo.

Si al mirar a un niño viéramos siempre a nuestro hijo.

Estaríamos dándonos la posibilidad de desplegar a través de la sabiduría, una vía de conexión con nuestra Alma y saber:

¡Qué poco sabemos!



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